lunes, 19 de octubre de 2015

Novedades de inicio de curso

Los aficionados a la novela histórica están de enhorabuena. La biblioteca ha incorporado a sus estanterías la colección que en su día publicó El País - Aguilar de 50 obras de este subgénero narrativo. 
Reproducimos aquí un fragmento del artículo que publicó este rotativo a propósito de la publicación de la colección:

De la edad de piedra, donde medran el león y el oso cavernario, a los mares del Caribe surcados de piratas; de las ardientes arenas bajo las que duermen las momias de los faraones al frío mármol de los palacios de los césares, preñados de conspiraciones. Roma, Egipto, Troya, Atenas, Pompeya, Constantinopla; el medievo, donde se abrasan los herejes y campa la peste... Por todos esos escenarios y otros tan fascinantes se adentra el lector de novela histórica acompañado por personajes, reales o imaginarios, conjurados por los escritores del género en lo que constituye una de las piruetas más asombrosas y estimulantes de la literatura: recrear el pasado narrativamente, con los instrumentos de la ficción, para hacerlo más cercano y emocionante.
La colección que ofrece EL PAÍS se compone de medio centenar de obras de lo mejor que ha dado ese género tan popular, incluyendo varias de sus obras maestras, como Yo, Claudio, de Robert Graves; Creación, de Gore Vidal; La quinta reina, de Ford Madox Ford, o Sinuhé, el egipcio, de Mika Waltari -también su desgarradora El ángel sombrío-. Están, asimismo, títulos de enorme éxito de la última hornada del género, como Capitán de mar y de guerra, de Patrick O'Brian, el mejor escritor de novelas históricas náuticas, cuya obra sensacional y de gran calidad literaria se ha llevado al cine en Master and Commander, o Los hijos del Grial, de Peter Berling. Otros grandes nombres en la colección son Margarite Yourcenar, con su bellísima y conmovedora Opus Nigrum; su equivalente holandesa, la venerable Hella S. Haasse (La ciudad escarlata: la novela de los Borgia) y Naguib Mahfuz (Akhenatón).También están los imprescindibles clásicos Henryk Sienkiewicz -Quo Vadis?-, Lewis Wallace -Ben Hur- o Thornton Wilder -Los idus de marzo-. No faltan en la colección los rápidos ríos que serpentean en la selva arrastrando la codicia de los conquistadores de La aventura equinoccial de Lope de Aguirre, de Ramón J. Sender, ni las reposadas pero letales intrigas de seda en los harenes de De parte de la princesa muerta, de Kenizé Mourad. Ni renovadores del género como la sensible Guillian Bradshaw (Teodora, emperatriz de Bizancio), Geneviève Chauvel (Saladino: el unificador del islam) o Frank Bauer (El puente de Alcántara), tan devoto del rigor histórico. Los puristas sitúan las obras como El clan del oso cavernario, de la fornida escritora estadounidense Jean M. Auel, capaz de clavar un venablo a cincuenta metros, en un subgénero, la novela prehistórica,acaudillada por ese gran clásico que fue J. H. Rosny Ainé, el autor deEn busca del fuego. Sea como fuere, la novela de Auel es una magnífica forma de arrancar una colección del género. En ella no faltan los grandes representantes de ese otro apartado que son los detectives de la historia, empezando por el Guillermo de Baskerville de la emblemática El nombre de la rosa, de Umberto Eco, o el popular investigador privado de la Roma de los Flavios Marco Didio Falco, del que se ofrece su primera aventura, la estupenda La plata de Britania.

Encontrarás estos libros en la sala 3, sección Biografías.